sábado, 1 de septiembre de 2012

Intraterrestres: La Cueva de los Tayos Parte 3

Descubrimiento de las planchas metálicas.

“En medio de la caverna de la que apenas veo la bóveda que aparece como un cielo sin estrellas ni luna, se halla un pupitre de piedra pulida. Encima abiertos, los unos al lado de los otros enormes libros de hojas de oro ... Apenas me atrevo a rozar sus doradas páginas sobre las que están grabado unos jeroglíficos”.


Los intraterrestres se comunican con Moricz.

“Repentinamente me veo de nuevo en las tinieblas. Toda la luz ha desaparecido. Un perfume que recuerda al incienso impregna el ambiente. // El tiempo ha suspendido su vuelo ... un resplandor lejano aclara progresivamente un podium .. se distinguen cuatro siluetas. Son hombres de talla menor a la media normal. Están vestidos con largos mantos o capas, cuyo material centellea bajo la luz. Vestiduras metálicas o ¿fibras mezcladas con hilos de oro?. Cada uno de ellos lleva sobre el pecho un triángulo plateado. Sus rostros están descubiertos. Aunque están bastante lejos, puedo distinguir sus rasgos ... ojos en forma de almendra alargada. El conjunto del rostro es oviforme, y a pesar de ello el mentón parece cuadrado. La frente alta. El cabello cubierto con una banda del mismo material que la capa, adornada con una piedra preciosa. Los ojos me parecen oscuros”



“Frente a estos seres que pertenecen a otro mundo y, no obstante, tan poco diferente a los terrestres no siento ninguna inquietud. Quisiera hablarles, pero ¿en que idioma?. ¿Español?. ¿Magyar? ... Titubeo todavía, cuando una voz, una voz que resuena dentro de mí, como una voz interior, se hace escuchar”.[6]

“Extranjero tu audacia te ha permitido superar las pruebas. Tú eres el primero que ha tenido el privilegio de llegar por nuestra voluntada hasta nosotros ... nuestra civilización domina desde siempre la fuerza del sol y la de vuestro planeta: Tierra ... en esos libros indestructibles, la historia de todas las civilizaciones está consignada: las de arriba y las de abajo. Puesto que nuestros conocimientos van más allá de estos muros de piedra // Os consideramos como hermanos, ni inferiores, ni superiores, solo distintos... Muchos entre vosotros conocen el secreto. Ellos os ayudan hace siglo sin que lo sepáis // Vuelve al lugar de donde viniste. El camino que va abrirse ante ti, será más fácil y de lejos guiaremos vuestros pasos. No toques nada que no te pertenezca, de lo contrario, nunca más encontrarás el camino que lleva a tu sol”.

Andreas Faber Kaiser, que fuera uno de los primeros investigadores en hacerse eco de este trabajó, intentó entrevistar a Guinchard y Paolantoni para que confirmaran la veracidad de lo narrado por Moricz, pero los franceses nunca atendieron sus reclamos.

En La Cruz del Diablo, su único artículo sobre la Cueva de los Tayos, Andreas cuenta su odisea:

“En 1987 telefoneé a Pierre Paolantoni a su casa de París. Me interesaba contactarle dado que catorce años antes también él había obtenido información de primera mano de Janos Moricz –que por cierto cambió hace años su nombre original húngaro de Janos por el español Juan -. Quedé con Pierre en que nos veríamos personalmente en la primera ocasión que yo tuviera de viajar a París. Cuando meses más tarde se dio esta ocasión, telefoneé previamente para acordar una cita. Atendió al teléfono su mujer Marie-Therese: que no hacía falta que fuera a verlos, dado que al día siguiente de mi primera llamada, Pierre Paolantoni había sido ingresado de urgencia en una clínica por haber sufrido un ataque cardíaco. Precisaba reposo absoluto y no quería ni oír hablar del tema. Durante el invierno de 1991 acudí repetidas veces al domicilio de los Paolantoni en París, pero jamás logré hablar con ellos cara a cara.”

Si la historia resulta difícil de digerir, juega a su favor que su principal protagonista nunca desmintió el relato, caso contrario de lo sucedido con el best-seller de Daniken, El oro de los dioses, que terminó desacreditado en público.

Se sucederían otras expediciones y en cada una de ellas se reafirmaría la existencia de los moradores de las profundidades.

[1] El abogado que no se menciona, es el Dr. Gerardo Peña Matheu, otra figura clave en la vida de Moricz y que en la actualidad sobrevive como uno de los pocos testigos de esta historia. También es importante remarcar el pensamiento del estado ecuatoriano en cuanto al descubrimiento y de la parte que supuestamente le correspondía al húngaro, que en todo caso resuelve el enigma de por qué Moricz luego sería tan evasivo en cuanto a no querer revelar el verdadero sitio del tesoro, conducta que mantendría hasta el final.
[2] Es interesante observar la relación que Moricz estableció con los Jíbaros, no solo por el extraordinario descubrimiento acerca del idioma magyar (que ya dijimos era considerado el antiguo húngaro arcaico), sino la percepción que de sí mismo tenía, llevándolo a decir: “pertenezco a otra raza y he llegado hasta ellos hablando su propia lengua. Puedo pensar que me consideran un ser excepcional”. Por otra parte surge por vez primera el asunto “intraterrestre”, donde se habla acerca de los misteriosos habitantes del enclave subterráneo.
[3] Moricz sugiere como fuente de energía la presenciad del radium.
[4] Sonidos como de cantos religiosos son escuchados a través de las paredes. ¿Alucinaciones? Inquietud en Moricz y Peña y miedo a morir encerrados. Fenómenos extraños que tienen como protagonista al lago.
[5] ¿Proyecciones?
[6] Telepatía

1 comentario:

  1. esta teoria de los intraterrestres se me hace muy razonable, nadie sabe que hay en el centro de la tierra y no es extraño creer que habian o hay civilizaciones ahi.

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